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Por qué disfrutamos del terror: así funciona el miedo recreativo, la ciencia de un buen susto

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Jugar a las escondidas, ver películas de horror, el vértigo de las montañas rusas. ¿Pueden enseñarnos a enfrentar situaciones complejas? Hablan los integrantes del Laboratorio de Miedo Recreativo, de Dinamarca.

Espeluznante, un poco cursi, con poca sangre y algunos saltos, It (2017) y su secuela It. Capítulo dos (2019) dan mucho miedo, generan escalofríos; y si te asustan los payasos, es aun peor.

 Con un Bill Skarsgård impecable en su Pennywise, el payaso aterrador, It es la adaptación de la novela de Stephen King (un clásico) dirigida por el director y guionista argentino Andy Muschietti.

Está oscuro, una pelota roja rueda lentamente hacia un payaso de juguete, no sabemos aún cuál será su próximo paso. El corazón se acelera. Siento el sudor en la palma de las manos y el miedo cerca, pero sigo aferrada a la butaca del cine viendo It, porque también me estoy divirtiendo

Este relato es un clásico de la “paradoja del horror”. Estar asustados, en escenarios irreales, puede ser entretenido y divertido.

El payaso Pennywise de It.
El payaso Pennywise de It.
 No sólo se trata de ver una película de horror, hay quienes van de excursión a un cementerio de noche, hacen largas colas para la más alta de las montañas rusas o practican deportes extremos.

El terror no es el único género que la gente encuentra divertido y atrayente a la vez. Sin ser fanáticos del miedo, muchos disfrutan de novelas o de podcast con relatos violentos sobre crímenes reales, de documentales que parecen salidos de la imaginación de algún atormentado guionista o de Mothmeister,  del popular dúo belga cuyo trabajo combina la taxidermia, la fotografía, y el amor por lo espeluznante y lo sobrenatural.

¿CÓMO SERÍA LA VIDA SIN LA PRESENCIA DEL TERROR?

El relato de terror estuvo desde el principio de los tiempos: dioses terribles, mitos de monstruos y de fantasmas, Hansel y Gretel y Blancanieves (dos de los muchos cuentos recopilados por los hermanos Grimm), el viejo de la bolsa. Hay mucha advertencia, como la que indicaba: “Al bosque no vayas”. También disciplinaban: “Si te portas mal…”. O nos marcaban: “Este es el malo y este es el bueno”.

¿Cómo sería nuestra psiquis sin eso? ¿Estaríamos preparados para la vida como especie sin concebir el espanto y el horror?

El miedo es una de las emociones más estudiadas. Evolucionó para permitir la movilización rápida de recursos en momentos de necesidad, para motivarnos a alejarnos de las cosas peligrosas. Los organismos responden universalmente con un comportamiento de lucha, escape o inmovilización cuando se enfrentan a situaciones reales o de potencial peligro.

La experiencia de miedo no es agradable, ya que implica una activación del sistema nervioso con una serie de efectos físicos y psicológicos. El miedo activa el sistema endócrino para liberar adrenalina, noradrenalina y cortisol, lo que prepara al cuerpo para la acción física.

El cerebro está alerta, las pupilas se dilatan, los bronquios se abren y la respiración se acelera. El ritmo cardíaco y la presión sanguínea suben. Se dificulta tomar decisiones en situaciones extremas, por eso le damos al miedo una connotación negativa.

Número Cero. Miedo recreativo. Ilustración de Chumbi
Número Cero. Miedo recreativo. Ilustración de Chumbi

EL MIEDO RECREATIVO

Sin embargo, en ciertos contextos, el miedo puede ser la fuerza motriz de actividades placenteras; hay personas que buscan el miedo deliberadamente.

Eso es el miedo recreativo, cuando el estado de miedo se vuelve placentero. Y aunque el miedo recreativo es un fenómeno generalizado, que puede ser investigado en sus dimensiones evolutivas, psicológicas, sociales, culturales y biológicas, poco se conoce acerca de cómo el miedo se convierte en ese motor de placer.

Mathias Clasen es el director del Laboratorio de Miedo Recreativo, un centro de la Universidad de Aarhus, Dinamarca, dedicado a estudiar actividades que implican encontrar placer en estar asustado.

En este laboratorio de investigación científica se utilizan muchos y diferentes métodos, y van desde el trabajo teórico y conceptual de las humanidades clásicas hasta la investigación más cuantitativa y empírica del tipo de las ciencias sociales y biológicas, lo que involucra tanto cuestionarios como estudios de campo con mediciones fisiológicas, registros cerebrales, realidad virtual, etcétera.

“El miedo recreativo tiene un lado beneficioso. Divertirse con el miedo es una herramienta muy importante para el aprendizaje”, dice Clasen. “Aprendemos algo sobre los peligros del mundo y sobre nuestras propias respuestas”.

Mathias Clasen es el director del Laboratorio de Miedo Recreativo, un centro de la Universidad de Aarhus, Dinamarca. (Foto: gentileza Mathias Clasen)
Mathias Clasen es el director del Laboratorio de Miedo Recreativo, un centro de la Universidad de Aarhus, Dinamarca. (Foto: gentileza Mathias Clasen)

UNA OPORTUNIDAD DE APRENDIZAJE

El cucú o peek-a-boo, el clásico juego de esconderse y aparecer, le da al bebé un pequeño susto, pero su reacción termina siendo de risas y carcajadas. Es un juego de sorpresa y expectativa que permite un equilibrio perfecto de lo que un bebé en desarrollo sabe del mundo, lo que es capaz de controlar y lo que todavía le sorprende.

Para los niños pequeños, se trata de jugar al escondite, leer cuentos de monstruos, brujas y fantasmas, correr en bicicleta hacia lo que, desde la mirada del adulto, es un peligro real.

El apetito por el horror parece alcanzar su punto máximo en la adolescencia. Los adolescentes son los más fáciles de asustar, pero también los más interesados en el horror. Suelen tener diferentes enfoques para los estímulos aterradores. Algunos se asustan y otros ríen a carcajadas. Risas que podrían ser un mecanismo para afrontar el miedo o una señal para indicar que se dan cuenta de que el peligro no es real.

MUCHA ADRENALINA

Niños, adolescentes y adultos, e incluso para quienes lo evitan, el miedo recreativo tiene una peculiar atracción. Es la combinación de un rápido aumento de adrenalina y la oportunidad de enfrentar situaciones aterradoras en un ambiente seguro.

Es un desafío a los propios límites y un modo de aprender sobre las respuestas fisiológicas y psicológicas al estrés.

Los adictos a la adrenalina obtienen un impulso en el estado de ánimo con la experiencia recreativa de miedo y tratan de maximizar esa experiencia enfocándose activamente en las situaciones más horrorosas. Y hasta se permiten gritar con los puños apretados.

Aun sabiendo que Michael Myers (Halloween), Freddy Krueger (Pesadilla en la calle Elm) y Jason (Viernes 13) no son reales, mirar películas de horror activa regiones cerebrales de respuesta a amenazas, como la amígdala, la corteza prefrontal y la ínsula, tal como si el peligro fuera real.

“Para otros fanáticos del terror, el miedo por diversión tiene más que ver con el autoaprendizaje y la autoeficacia”, explica Coltan Scrivner, colega de Clasen. Para Scrivner, “son capaces de desafiar sus miedos, como una manera de desafiarse a sí mismos para poder enfrentarlos”.

Son los que intentan “asomarse” a la experiencia tratando de aumentar cada vez más su exposición a estímulos aterradores hasta encontrar que la situación es en extremo divertida.

No es que no disfrutan de la experiencia, sino que “están tratando de experimentar la cantidad justa de miedo para maximizar el disfrute”, explica Scrivner, de llegar a su “punto óptimo”.

El patrón clásico es de U invertida, muy poco miedo es aburrido y demasiado produce más ansiedad que diversión. Por eso, para los fanáticos del terror, enfrentar sus miedos es la búsqueda de ese “punto óptimo” entre ambos, miedo y diversión.

Esto también se aplica a atracciones de baja intensidad. Al lanzar un niño al aire, no se busca que sea salvaje o manso, se busca su diversión; la velocidad de la bicicleta es la búsqueda de la cantidad justa de excitación que haga cosquillas en la panza; elegir una película de horror que brinde ese punto “óptimo” entre el miedo y el placer.

¿Puede el miedo recreativo dejar de ser divertido para convertirse en miedo habitual?

“Desafortunadamente, no sabemos mucho sobre eso, pero presumiblemente ocurre cuando las personas son empujadas fuera de su “punto óptimo de miedo”, se sienten abrumadas, por ejemplo, si olvidan que un fenómeno de miedo recreativo no es peligroso, que una película de terror es solo una película o que un actor en una casa embrujada es solo un actor”, especula Clasen.

Algunos asiduos al terror parecen usar al miedo como ayuda para lidiar con su propia ansiedad o con las incertidumbres sobre el mundo; al poner el foco en una amenaza concreta, adquieren más control sobre su estado emocional. Una manera de “aprender implícitamente” algunas habilidades para gestionar sus emociones, comenta Scrivner.

Las experiencias ficticias aterradoras pueden actuar como simulaciones de experiencias reales a partir de las cuales es posible recopilar información y modelar mundos posibles. Un estudio realizado por el grupo danés durante la pandemia de Covid-19 mostró que el compromiso pasado y actual con ficciones mediáticas temáticamente relevantes, incluidas películas de terror o pandémicas, se asociaron con una mayor preparación y resiliencia psicológica hacia la pandemia.

LA FICCIÓN, UN LUGAR SEGURO

La regulación de las emociones es una habilidad crítica para la vida real, y el miedo recreativo puede proporcionar el contexto adecuado para aprender qué hacer cuando la amenaza es concreta.

Si bien el fenómeno es antiguo, la ciencia del miedo recreativo está despegando, y quizás revele algunas cosas interesantes del ser humano y de la importancia de aprender a jugar con el miedo.

No me gusta el miedo por diversión, nunca encuentro el límite, el punto óptimo. Reivindico ese cine aventurero de lo fantástico y de lo increíble que Steven Spielberg dejará patentado con su emblemático, e influyente todavía hoy, Tiburón.

Después de todo, el tiburón no estará nunca detrás de mí. Espero.

Cerebros fugados, cerebros recuperados

Publicado en el Suplemento Número Cero del diario La Voz del Interior, Córdoba, Argentina – Sábado, 12 de agosto de 2023