El blog nació con la idea de explorar la intersección entre neurociencia y sociedad, luego de que varios de mis artículos fueran publicados en un diario de Córdoba, Argentina – mi provincia natal.
Comencé los primeros pasos con un curso online que me introdujo en la jerga del blog y con mucha (mucha) búsqueda y lectura (como es la tarea cotidiana del científico); para finalmente decidir que “zapatero a tu zapato” nada mejor que ir con quien sabe sobre desarrollo, formatos, dominios, hostings, branding, etc etc del blog y así poder dedicarme a lo que me interesaba.
Con Calíope quiero desanudar el lío mediático que se ha desarrollado alrededor de la neurociencia, donde todos y cada uno sabe… opina….dice y contradice.
Calíope nace para abrir un nuevo camino de información responsable sobre el cerebro.
Con Calíope intento moverme de la mesada, donde trabajé tantos años, a la palabra y así continuar saciando mi gran curiosidad sobre cómo se desarrolla y funciona nuestro complejísimo cerebro.
Con Calíope quisiera ingresar en esta nueva era en que podemos unir la neurobiología con la tecnología.
Con Calíope les mostraré a los científicos por lo que son como seres humanos más allá de su ciencia.
Quiero con Calíope que conozcan su verdad: porque se fueron los que se fueron, porque se quedaron los que se quedaron, porque muchos de los que se fueron volvieron.
Con Calíope espero sellar mi boca con la palabra escrita (dicen las malísimas lenguas que hablo mucho) – ahora en serio -, en realidad es la necesidad de comunicar ciencia, una enorme vocación por enseñar, pasión por la investigación y fascinación por lo que ocurre dentro de nuestra mente.
Esta fascinación quisiera transmitirla a todas las personas que se acerquen a Calíope. Porque lo más importante no es saber sino pensar y sobre todo dudar. Hay que entrenar la mente.
Los invito a que charlemos juntos. La diferencia la harán las palabras que cada uno emplee para contar lo que ha elegido contar.
¡Espero que te guste!
Para Claudia, por intentar hacer mi vida feliz de tantas maneras.
Para Eliana, por su cuota de juventud y amor.
Para mis hijos y nietos, que todos los días me regalan su alegría.
Para Alberto, siempre