Dormir para recordar: cómo nuestro cerebro fortalece la memoria durante el sueño
La ciencia rastrea las intrincadas oscilaciones que utilizan nuestros cerebros para “guardar’” recuerdos durante el sueño
Dormir bien la noche antes de un examen o de un día ajetreado en el trabajo siempre ha sido un buen consejo. Un sueño nocturno reparador o una breve siesta nos dan agilidad mental, facilitan la conciencia de ubicación, la fluidez verbal y la memoria de trabajo.
La calidad del sueño es fundamental para una función cognitiva óptima, especialmente a corto plazo, además de que juega un rol vital en la regulación del humor, el apetito y la libido.
Dormir es importante para un número de funciones del cerebro, desde eliminar proteínas tóxicas que se acumulan durante el día a mantener el fino equilibrio de la comunicación entre neuronas.
Un hallazgo muy significativo ha sido que el dormir bien también tiene efectos beneficiosos en nuestra capacidad para recordar información y mejorar la memoria, lo que ayuda a proteger los recuerdos para no olvidarlos y, al mismo tiempo, facilitar su acceso.
Este aumento de la accesibilidad de la memoria después del sueño indica que algunos recuerdos frágiles se agudizan de la noche a la mañana, lo que respalda la idea de que, mientras dormimos, recuperamos activamente la información “marcada” como importante.
El impulso de la memoria durante la noche ocurre en el hipocampo, una estructura cerebral que procesa y reproduce los recuerdos codificados mientras descansamos.
OSCILACIONES LENTAS Y HUSOS DEL SUEÑO
Un buen ejemplo de este vínculo son las oscilaciones lentas y los husos del sueño que desempeñan una función importante en la formación y retención de nuevos recuerdos.
El tejido nervioso genera actividad oscilatoria de muchas formas, una de ellas son las interacciones entre neuronas, cuya actividad sincronizada da lugar a oscilaciones que se detectan en un electroencefalograma. Las oscilaciones neuronales u ondas cerebrales son patrones rítmicos o repetitivos de actividad neuronal que normalmente acompañan el sueño.
Ahora parece que la forma precisa en que estos dos tipos de actividad cerebral se coordinan entre sí hace una gran diferencia en lo bien que recordamos algo.
Nuevos hallazgos
Cuanto más fuerte sea la reactivación, más se abren ventanas a nuestras experiencias previas, fijándolas en nuestra memoria a largo plazo y esto hará mucho más claro el recuerdo de eventos pasados. La precisión con la que estos dos tipos de actividad cerebral se coordinan entre sí hace que se solidifiquen los recuerdos en las reservas de la corteza.
Bernhard Staresina (University of Birmingham, Reino Unido) y Thomas Schreiner (Ludwig-Maximilians-University, Munich) son los investigadores que descubrieron esta intrincada interacción de la actividad cerebral.
Estos científicos evaluaron los resultados de dos experimentos simples en los que se les pidió a voluntarios que recordaran los vínculos entre palabras y escenas, o palabras y objetos, antes de tomar una siesta (30 minutos a 2 horas).
Los pensamientos sobre escenas y objetos activan diferentes partes del cerebro, lo que permite identificar qué se está reactivando.
Mientras los participantes duermen se registra la actividad cerebral con escáneres de electroencefalograma y se valora lo que recuerdan al despertar.
De esta forma se pudo establecer que a más eficiente la sincronización entre las oscilaciones y los husos, más fuerte es la reactivación y mejor la preservación de la memoria. El cerebro consolida los recuerdos y nos asegura que permanecerán en su lugar.
Déficits de sueño
La precisión del acoplamiento oscilaciones neurales-husos predice con qué fuerza el cerebro reactiva el material aprendido y el nivel de consolidación de la memoria y la posterior claridad del recuerdo.
Aunque el aporte de estos estudios es claro y riguroso, es necesario profundizar las investigaciones para observar más de cerca la relación entre oscilaciones, husos y memoria ya que estos resultados solo involucraron siestas cortas en lugar de noches completas de sueño.
Sin embargo, está comprobado que los déficits continuos de sueño tienen un costo considerable para el cerebro. Su privación dificulta el aprendizaje, afecta el rendimiento cognitivo y ralentiza el tiempo de reacción, es como estar intoxicado.
Además, aumentan la vulnerabilidad a adquirir enfermedades neurodegenerativas y deterioro cognitivo.
Una sola noche de pérdida de sueño puede alterar nuestros genes y, si no dormimos lo suficiente, se aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, obesidad y diabetes tipo 2, sin mencionar los trastornos neurodegenerativos como la enfermedad de Parkinson y Alzheimer.
Descansar bien es fundamental para la salud. Para que cada día sea seguro y productivo.
El dato
Dormir es una parte integral de nuestra vida y, como muestran las investigaciones, es increíblemente complejo. Cuando nos quedamos dormidos, el cerebro no se desconecta, sino que suceden una serie de eventos altamente orquestados que pone al cerebro a dormir por etapas.
El cerebro genera dos tipos distintos de sueño: el sueño de ondas lentas (NREM) conocido como sueño profundo, y el movimiento ocular rápido (REM), que es el período donde se producen los sueños. La mayor parte del dormir es del tipo NREM, que se caracteriza por ondas cerebrales grandes y lentas, músculos relajados y respiración lenta y profunda, lo que ayuda al cerebro y al cuerpo a recuperarse después de un largo día.
Articulo publicado para Número Cero del diario La Voz del Interior, Córdoba, Argentina 6/7/2021
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