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La neurociencia de la Meditación (2) – Los libros

meditation

Goleman y Davidson escribieron dos libros publicados en 2017: La ciencia de la meditación y Rasgos alterados: la ciencia revela cómo la meditación cambia tu mente, cerebro y cuerpo, en ambos intentan cortar la maraña de afirmaciones y promesas para dejar en claro lo que funciona y lo que no. Explican, además, cómo el hecho de centrar nuestra atención minuto a minuto en una sola faceta de la conciencia podría tener un impacto dramático en nuestro bienestar y estado de ánimo – con un mantra o con la respiración o con solo vagabundear con el pensamiento -.

La verdad de…

Luego de cientos de estudios conductuales y de neuroimágenes realizados en meditadores durante más de dos décadas las conclusiones desde la mirada de la neurociencia no son del todo claras. Sin embargo,  Goleman y Davidson fueron optimistas y  junto a otros investigadores  los hallazgos los estimularon a continuar.

Por ejemplo: hay buena evidencia de que las sesiones regulares de atención consciente tienen un efecto atenuador de la actividad de la amígdala, una de las principales áreas del cerebro donde se procesan las emociones. El mismo estilo de sesiones reducen las reacciones impulsivas ante pensamientos negativos o experiencias desagradables.

amigdalaLa amígdala es una estructura cerebral que forma parte del Sistema Límbico. Este sistema es un complejo set de estructuras que incluye el hipotálamo, el hipocampo, la amígdala y varias  otras áreas cercanas. Es responsable de nuestras emociones y tiene mucho que ver con la formación de memorias.

La atención plena puede ayudar a silenciar nuestra respuesta emocional al dolor físico, y disminuir la ansiedad y la distracción mental -no la del tipo que alimenta la creatividad sino la opuesta, es decir la que nos hace perder el foco. Los beneficios parecen ser evidentes, incluso para principiantes y aumentan con la práctica.

La meditación de compasión, que apunta a aumentar la empatía, tiene un efecto aún más inmediato: con solo 7 horas en el transcurso de dos semanas incrementa el comportamiento altruista. Quizás no es una coincidencia que esto los haga también más felices.

El objetivo fundamental de la meditación es deconstruir el yo, no apuntalarlo

Este es el tipo de afirmación que se debe adoptar. A Goleman y Davidson les interesa más la capacidad de cultivar cualidades perdurables como el desinterés, la ecuanimidad, la compasión y la capacidad de liberar la mente de emociones negativas – lo que ellos llaman Altered Traits o rasgos muy positivos alterados- que el potencial de la meditación para agudizar el rendimiento empresarial o mejorar la salud física y mental.

Gran parte de estos rasgos provienen de las docenas de cerebros de monjes tibetanos con altísima experiencia en meditación escaneados en el laboratorio de Davidson. Estos yoguis, que han meditado durante miles, en algunos casos, decenas de miles de horas, se describen viviendo en un estado elevado de conciencia del momento presente: como si sus sentidos estuvieran abiertos al completo y rico panorama de la experiencia.

Ricard Matthieu Ricard – Richard J. Davidson

Un yogui es un practicante de yoga. En sánscrito védico, yoga (de la raíz yuj) significa «agregar», «unir», «adherir”, o «attach» en su sentido literal más común. En Occidente, el yoga a menudo se refiere solo a los ejercicios físicos.

 

Para Davidson el correlato neural de esta distorsión mental reside en un incremento masivo de la intensidad de las ondas gamma cerebrales, una señal asociada con la percepción consciente. Una explicación sobre las diferentes tipos ondas cerebrales las encontrará en este blog.

¿Estos monjes viven en un plano de conciencia diferente del resto del nuestro?

¿Qué ocurre a nivel neuronal?

A nivel neuronal la práctica de la meditación atenúa la red del modo predeterminado del cerebro (Default Mode Network o DMN por sus siglas en inglés), esa constante charla de fondo que acompaña a la deambulación mental y la auto-absorción.

Es interesante que un conjunto particular de regiones cerebrales se vuelvan menos activas cuando se requiere de cierta concentración para cualquier desafío mental; pero también comienzan a disparar en sincronía cuando acostado en un escáner de Imágenes por Resonancia Magnética funcional (IRMf) dejamos divagar los pensamientos. Un patrón similar se detecta en individuos en reposo. Este circuito misterioso y complejo que se pone en evidencia cuando las personas sueñan despiertas se conoce como la red de modo predeterminado, a partir de ahora usaremos sus siglas en ingles DMN por ser de uso corriente.

En los últimos años, se descubrieron al menos cinco redes o circuitos diferentes del estado de reposo: para la visión, la audición, el movimiento, la atención y la memoria. Pero el DMN sigue siendo el mejor estudiado y quizás el más importante de todos ellos.

En una reciente revisión sobre el DMN se argumenta que cuando descansamos el cerebro no está en modo improductivo; este tiempo de inactividad es, de hecho, esencial para  los procesos mentales que afirman nuestra identidad, desarrollan nuestra comprensión del comportamiento humano y nos inculcan un código interno de procesos éticos.

El tiempo de inactividad es una oportunidad para que el cerebro adquiera el sentido de lo  recién aprendido, evalúe tensiones  no resueltas y aleje los poderes de reflexión del mundo externo hacia uno mismo. Mientras deambulamos por la mente, repetimos las conversaciones que tuvimos ese día, reescribimos nuestros errores verbales como una forma de aprender a evitarlos en el futuro, elaboramos diálogos ficticios. Pasamos revista a todas esas notas mentales descuidadas que enumeran proyectos a medio terminar y reflexionamos sobre los aspectos de nuestras vidas con los que estamos más insatisfechos en busca de soluciones. Nos sumergimos en escenas de la infancia y nos catapultamos a diferentes futuros hipotéticos.

La DMN es más activa en personas creativas. Hay estudios que demuestran que la mente resuelve problemas difíciles mientras se sueña despierto. Las epifanías parecen surgir de la nada, pero a menudo son el producto de la actividad mental inconsciente durante el tiempo de inactividad.

De esta manera las soluciones surgen del subconsciente solo cuando ejecutamos una tarea de distracción simple, como resolver un anagrama, lavarse los dientes o los platos. Con el tipo correcto de distracción, al participar de una actividad de rutina que no requiere mucha concentración deliberada, la DMN integra más información de una amplia gama de regiones cerebrales complejas que cuando el cerebro está trabajando consciente en un problema.

Durante el tiempo de inactividad, el cerebro también se ocupa de tareas más mundanas pero igual de importantes. Mientras no estamos aprendiendo algo nuevo de modo activo, el cerebro consolida los datos recientes, memoriza la información más destacada y ensaya las habilidades aprendidas grabándolas en circuitos neuronales.

errante

 

Si una mente errante es una mente infeliz, entonces vale la pena luchar por una mente enfocada.

 

 

Esta publicación es parte de mi aporte a la Certificación en Mindfulness e Inteligencia Emocional de la Universidad Siglo XXI – Directora: Cristina Schwander

Cerebros fugados, cerebros recuperados