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Ciencia y política, una relación tensa también en tiempos de otras pandemias

Pandemia

Las disputas entre respuestas ideológicas para evitar la transmisión de enfermedades existían antes del Covid-19. Cómo eran en el discurso científico del siglo XIX

La enfermedad y la transmisión de la enfermedad no son ideológicas, pero las respuestas a ambas reflejan creencias sobre cómo debería ordenarse la sociedad. Esta situación no es exclusiva de hoy, se vivió en un pasado lejano.

Valores, filosofías, presupuestos, costumbres, cultura e ideologías son factores que determinan qué fenómenos cuestiona una sociedad, como los corrige y rectifica para quedar establecidos como algo inmutable.

En un artículo provocativo publicado en la década de 1980, la politóloga Sylvia Tesh sostiene que las creencias occidentales sobre transmisión y prevención de epidemias durante el siglo XIX, en su mayoría, “se parecían mucho a las teorías actuales y que, como ahora, estas creencias implicaban ideologías políticas”.

Tesh identifica cuatro diferentes teorías sobre las prácticas de prevención en el mundo occidental a principios del siglo XIX que compiten según el contexto social: la del contagio, la de la conducta personal, la sobrenatural y la atmosférica.

Las teorías

La teoría del contagio, precursora de la relación microorganismos/infección, sostenía que la transmisión era por contacto cercano o por los fluidos corporales. La respuesta era evitar los enfermos, instalar aislamiento social y aplicar cordones sanitarios alrededor de los centros infectados. Similar a las medidas actuales anti Covid-19.

Esta teoría fue rechazada por los defensores de la teoría atmosférica o anticontagio, que tiene un eco actual en las reiteradas denuncias sobre el daño al medioambiente. Los contagionistas, que tenían razón pero no podían demostrarlo, perdieron terreno frente a los miasmáticos, quienes creían que el aire estancado y apestoso era la fuente de infección. Antes de la aparición de la microbiología, esto no era una idea marginal, el mal aire – mal aria, en italiano– dio incluso su nombre a la enfermedad.

Aunque la teoría era incorrecta (el olor del material orgánico en descomposición no causa enfermedad), las políticas de salud pública que generaron fueron efectivas para controlar las epidemias y populares por sus medidas de saneamiento. La hegemonía de la teoría del miasma y la aceptación de la teoría de los microorganismos estaba vinculada a las creencias de la época sobre la organización adecuada de la sociedad.

Los contagionistas exigían la cuarentena estricta, una medida que se convirtió en un tema político crítico ya que los anticontagionistas la consideraban inefectiva y se oponían a cerrar puertos y fronteras, lo que era consistente con los ideales de progreso, individualismo y libertad que guiaban a la Revolución Industrial. Se comenzó a confundir lo científico con lo económico y a utilizar argumentos económicos para abogar por una posición científica.

 La teoría del comportamiento personal, que en el siglo 21 se reduciría a estilo de vida, apelaba a la ecuación: enfermedad = conducta personal inapropiada. Los factores predisponentes eran una dieta inadecuada, la falta de ejercicio físico y malos hábitos de higiene. Carente de sofisticación, la causa principal de la enfermedad era indeterminada, y aun hoy, con el Covid-19, no hay una explicación que fundamente y relacione el cuidado de la salud con la variedad de respuestas individuales a la infección. Aunque se suponía portadora de una máscara apolítica, su mayor crítica provenía de las diferencias de clases sociales. Cuidar la salud era una buena propuesta para un orden social que permitiera a todos salir de la pobreza y vivir cómodos y saludables.

La teoría sobrenatural, vinculada al autoritarismo y a sus argumentos sobre la organización social, utiliza como causal de enfermedad a la ociosidad, la intemperancia y la impureza. De hecho, la xenofobia y los prejuicios siempre parecían estar al acecho en las historias contadas sobre quién o qué era culpado por la propagación de una enfermedad. Históricamente, han sido otros: los pobres, los inmigrantes, los refugiados, los judíos, los irlandeses, los chinos.

Del siglo XIX al XXI

 Sylvia Tesh (83 años), retirada de sus actividades en la Universidad de Arizona respondió a un breve cuestionario. Sylvia Tesh

–¿Hubo adeptos a las corrientes del siglo XIX que aceptaran múltiples causas?

–Los hubo, pero fueron las excepciones. Cada teoría atrajo a defensores que creían que su enfoque era el único que podía prevenir epidemias. Como cada uno asignaba la responsabilidad del control de la enfermedad a un grupo social diferente, era cuestión de qué teoría tenía el mayor poder político, no cuál era la más racional y científica.

–La transmisión de enfermedad puede reflejar creencias sobre cómo debe ordenarse la sociedad. ¿Cuál es su punto de vista sobre la pandemia actual?

–La pandemia del coronavirus es diferente en aspectos importantes de las situaciones que tenía en mente cuando estaba escribiendo el libro, y todavía no las he resuelto. Ciertamente, al igual que en las pandemias del siglo XIX, hoy estamos lidiando con una enfermedad altamente infecciosa, y los profesionales de la salud pública defienden muchas de las mismas medidas de protección que en ese momento. Una gran diferencia entre entonces y ahora es que hoy hay poco debate sobre la causa fundamental de la enfermedad: es un microorganismo que se transmite de persona a persona a través del contacto cercano. Sin embargo, hay mucho debate sobre las formas de inhibir la propagación, un debate que es sobre cómo debe ordenarse la sociedad. Estos desacuerdos no están ocultos; están en los principales medios de comunicación. Además, en este país (EE.UU.) el debate sobre la pandemia se mezcla desde el principio con el debate sobre el Presidente. Este es un tema que incluye actitudes prevalentes sobre la ciencia, los efectos trágicos del racismo y preguntas en los medios sobre quién apoya al presidente y por qué. Me pregunto qué tan diferente es la situación en Argentina. Espero tener razón al pensar que ha sido, al menos hasta ahora, todo mejor que aquí.

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Edición Impresa

El texto original de este artículo fue publicado el 12/07/2020 en el Suplemento Número Cero del diario La Voz del Interior, Córdoba, Argentina