La pérdida de conciencia del tiempo es lo que sucede en el cerebro de un artista y lo acerca a la creatividad. Cómo analiza la neurobiología los «estados de flujo»
Cuántas veces frente a una actuación en vivo, escuchando música, viendo una película o leyendo, las preocupaciones y ansiedades desaparecen y el tiempo parece desvanecerse.
El tiempo puede ser una propiedad variable de la física, pero también es una propiedad de la mente, que en última instancia lo convierte en un producto del cerebro. Por eso, cuando estamos absortos en una actividad el tiempo vuela.
El tiempo mide y da forma a nuestras vidas, y a su vez, el modo en que la vivimos afecta la forma en que percibimos su paso.
El sentido del tiempo es subjetivo, cambia en respuesta al contexto y puede distorsionarse cuando el cerebro se daña o está bajo el efecto de drogas, enfermedades o por la falta de sueño, entre otras cosas.
Cuando nuestras mentes están poco estimuladas, el tiempo se percibe en cámara lenta. Por el contrario, si estamos concentrados, comprometidos, involucrados, en ese especial estado de flujo que suelen describir los artistas o los deportistas de alto rendimiento, el sentido del tiempo parece acelerarse, e incluso desaparece por completo.
Nuestro cerebro no puede medir la duración de los instantes. El tiempo puede volar o arrastrarse a un ritmo mezquino. Lo que hacemos condiciona nuestro tiempo. Para algunos neurocientíficos la pérdida de conciencia del tiempo transcurrido es lo que sucede en el cerebro del artista, lo que lo acerca a la creatividad y a la belleza y quizás al éxtasis.
En el ensayo El yo creativo, Oliver Sacks se adelanta a los hallazgos cuando escribe: “La creatividad – ese estado en el que las ideas parecen organizarse en un flujo veloz y bien urdido, con la sensación de que surgen con espléndida claridad y significado– me parece algo fisiológicamente inconfundible, y creo que si dispusiéramos de la capacidad de conseguir imágenes cerebrales lo bastante definidas, estas mostrarían una actividad insólita y generalizada, en la que ocurrirían innumerables conexiones y sincronizaciones” (El río de la conciencia, Anagrama)
La creatividad espontánea
Ciertas formas del arte, como la música, la actuación o la poesía son buenos ejemplos de lo que se conoce como estado de flujo o “la zona”, esa experiencia placentera y transportadora, ese estar inmerso en un acto mental o físico que altera el sentido de lugar y del tiempo. La neurociencia intenta comprender este proceso cuando estudia una forma compleja de comportamiento creativo que requiere de flexibilidad cognitiva, de pensamiento divergente y de habilidades específicas: la improvisación.
En este contexto, el acto creativo de la improvisación en el ámbito musical es uno de los más estudiados.
Este parece ser un estado mente/cerebro singular, con patrones de actividad particulares en dos áreas claves de la corteza prefrontal (CPF). Es interesante que estas regiones frontales del cerebro sean las que participan de la percepción del tiempo y del control de los impulsos.Quienes improvisan jazz o rap de estilo libre deben generar en una secuencia rápida material nuevo frente a una audiencia que está presente, escuchando. Durante la búsqueda de esta autoexpresión se activan vías neuronales particulares de la corteza medial prefrontal (CPFm), un área del cerebro que nos ayuda decidir sobre diferentes alternativas en una determinada situación.
Otro aspecto de este patrón cerebral es una disminución en la activación de dos áreas laterales de la CPF que participan del autocontrol consciente, de la resolución de problemas con esfuerzo, de la evaluación y regulación de conductas planificadas y de la atención focalizada. Son estas regiones laterales las que evalúan si la conducta se ajusta a las normas sociales, es decir son las que ejercen un control inhibitorio sobre los comportamientos socialmente inadecuados. Para un intérprete experto, este tipo de inhibiciones son el enemigo de la improvisación.
Al activarse la CPFm fluye la generación interna de ideas y cuando se desactivan en simultáneo las áreas laterales emergen pensamientos nuevos, conductas desinhibidas y la creatividad sin filtros. En otras palabras, el crítico interno se cierra y el interior creativo se enciende.
Para la doctora Heather Berlin, neurocientífica cognitiva (Escuela Icahn de Medicina del Hospital Mount Sinai), la creatividad ocurre cuando se reduce la regulación de la CPF lateral sobre los contenidos de la consciencia, lo que da lugar a sensaciones inconscientes o que se presentan al azar, y es así, según Berlin, cuando los pensamientos alcanzan el estado de flujo.
Actualmente se desconoce si este patrón de actividad cerebral es una firma neuronal de la improvisación en todas las formas de arte: pintura, teatro, comedia, danza, escritura. O si es exclusivo de las formas musicales y verbales.
Los improvisados
Pero además, quienes improvisan no están ajenos a su entorno, hacen controles en tiempo real para chequear su desempeño y optimizarlo. Es aquí donde entra en juego la red de modo predeterminado o DMN, por sus siglas en inglés. Esta red es un conjunto de regiones cerebrales que se activan cuando la atención se dirige hacia nuestro interior, por ejemplo cuando soñamos despiertos.
Pero cuando realizamos tareas enfocadas hacia el exterior, como completar un tedioso formulario que requiere del control ejecutivo de la CPF lateral, la red se suprime. La improvisación necesita del delicado equilibrio entre la actividad de las dos redes, ya que pensamiento y comportamiento creativos responden a estímulos del entorno y se limitan para poder cumplir los objetivos de una tarea en particular.
Ciertamente, no es necesario improvisar (o tomar drogas) para lograr un estado de flujo. La desactivación del CPF lateral también se produce durante otros estados de la conciencia, como la meditación, la hipnosis y el soñar despierto.
Un patrón similar de activación disociada en la CPF se identificó durante el sueño REM, la etapa del sueño en la que, generalmente, soñamos. Soñar implica asociaciones no planificadas, irracionales, atención desenfocada, un sentido alterado del tiempo y un sentimiento de falta de sentido de agencia o control volitivo. Todas ellas características de la creatividad cuando se está despierto.
Para Santiago Gorosito, músico y compositor cordobés (Conservatorio Superior de Música Felix T. Garzón), quien improvisa o rapea tiene necesariamente un conocimiento previo que lo apuntala. Para Gorosito, la sensación más poderosa, visceral y abrumadora la tiene cuando compone. “Es cuando siento, a veces, la desconcertante sensación de que el tiempo se está literalmente deteniendo”, dice.
El sentido del paso del tiempo, con sus cambios y progresiones, es una capacidad evolutiva de nuestros cerebros por razones de adaptación. ¿Cuánto tiempo llevo durmiendo? ¿Cuán rápido debo caminar para llegar al trabajo a tiempo? Hacer un seguimiento del tiempo es algo que hacemos instintivamente, y nuestros instintos se han complementado con invenciones culturales, como relojes y calendarios, que entrenan a nuestros cerebros para mapear los instintos en escalas.
Para Berlin, el ser humano ha desarrollado la capacidad de desactivar este mantenimiento constante del tiempo, en momentos de éxtasis o contemplación artística, y ese sentido adaptativo de la atemporalidad le da a nuestras vidas gran parte de su belleza y significado.
La forma en que elegimos utilizar nuestro tiempo, que sigue siendo nuestro recurso más limitado y valioso, es uno de los mejores privilegios y responsabilidades que tenemos.
Sobre el flujo del tiempo y la creatividad
Haruki Murakami, escritor: «El tiempo fluye de un modo extraño los domingos, y las percepciones se distorsionan misteriosamente».
Pablo Picasso, pintor: «El principal enemigo de la creatividad es el sentido común».
René Brown, investigadora: «La vulnerabilidad es la cuna de la innovación, la creatividad y el cambio».
Aaron Copland, músico, compositor: «Detener el flujo de la música sería como parar el tiempo, increíble e inconcebible».
Heather Berlin, neurocientífica: «Se puede ser creativo sin tener la capacidad de improvisar».
Albert Einstein, físico: «Al unificar la teoría de la relatividad con la mecánica cuántica tuve que crear un tiempo imaginario en el que podemos ir hacia adelante y hacia atrás, mientras que en nuestro fatal tiempo real, hay una terrible diferencia entre ir hacia adelante o hacia atrás».
Sueño REM y sentido de agencia
Sueño REM: La mayoría de los sueños se producen durante la cuarta etapa del sueño, conocida como sueño de movimientos oculares rápidos o sueño REM. Esta etapa se caracteriza por el movimiento de los ojos y por el aumento de la frecuencia respiratoria y de la actividad cerebral. Las personas consumen alrededor del 20% de su sueño total en esta etapa.
Sentido de agencia: Los adultos sabemos lo que estamos haciendo. Esta experiencia de controlar las propias acciones y, a través de ellas, el curso de los acontecimientos en el mundo exterior se denomina sentido de agencia. Es una característica central de la experiencia humana cuyos mecanismos han sido poco estudiados.
Los procesos en la corteza frontal que ocurren antes del inicio de una acción también contribuyen al sentido de agencia. Por ejemplo, la selección de una serie de acciones posibles (alternativas) a realizar puede aumentar el sentido de agencia sobre el resultado posterior.
Muchas características clave de las sociedades humanas modernas, como la responsabilidad social o el uso de tecnologías avanzadas, se basan en la capacidad del cerebro para calcular la agencia correctamente, incluso en interacciones complejas.