¿Cómo se orienta el cerebro?
¿Cómo nos movemos por el mundo?
¿Te pierdes muy a menudo?
¿Te orientas fácilmente en una ciudad nueva?
¿Porqué podemos desplazarnos en una dirección en un ambiente repleto de objetos?
¿Cómo crea el cerebro un mapa del espacio que nos rodea?
Para la interpretación de mapas y símbolos en dos dimensiones necesitamos de la percepción espacial.
Para ordenar objetos en un espacio realizamos mentalmente combinaciones de las posibles posiciones y elegimos la opción que mejor se adapte a las necesidades.
Para decidir qué camino tomar o que dirección seguir necesitamos de la orientación cartesiana (norte, sur, este y oeste) o de un punto de referencia seleccionando claves para poder volver al sitio inicial
Para todo esto y más el cerebro cuenta con un sistema de navegación interno, un GPS cerebral
El neurocientífico John O’Keefe fue el responsable de descubrir los mecanismos cerebrales que utilizamos para movernos en un espacio 3D. Lo que se conoce como navegación espacial.
O’Keefe es profesor de neurociencia en el University College de Londres. En 1971 publicó un trabajo, bastante controvertido por sus colegas, en el que describía un tipo de célula nerviosa que se activaba alternativamente cuando una rata de laboratorio se encontraba en uno u otro punto de un habitáculo. Para O’Keefe eran las primeras neuronas de posicionamiento que armaban un «mapa de la habitación».
Con la navegación espacial el cerebro forma estos mapas que nos dicen nuestra posición exacta en un entorno definido. Estos específicos mapas mentales se almacenan y se reactivan con las posteriores visitas al mismo lugar.
La navegación espacial depende de cuatro tipos de neuronas que se encuentran en el hipocampo o muy cerca del mismo, en la corteza entorrinal.
¡Aquí vamos con esta complejidad de nuestro GPS!
#1. Células de lugar, son neuronas que codifican el auto-posicionamiento y solo se activan cuando nos encontramos en un lugar concreto, en una posición específica de nuestro entorno Es decir cuando estamos en el campo de lugar de la célula. Estas neuronas registran información visual y crean un mapa interno del entorno.
#2. Células de dirección de la cabeza, son las neuronas que codifican el rumbo direccional en un plano horizontal. Se activan cuando la cabeza apunta a una dirección absolutamente específica en relación al entorno. Son importantes para ayudar a reconstruir una escena.
#3. Células de red o cuadrícula, se activan con el desplazamiento de un lado a otro. La actividad de estas neuronas le proporciona al cerebro un sistema de coordenadas que divide el espacio en longitudes y latitudes (cuadrícula) lo que nos da nuestra ubicación al movernos en el espacio. Se localizan en la corteza entorrinal, una parte de la corteza cerebral que está en íntimo contacto con el hipocampo. Fueron descubiertas en el 2005 por el matrimonio May-Britt y Evard Moser (Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología), lo que reivindicó el trabajo de O’Keefe.
#4. Células del límite o fronterizas, solo se activan cuando nos encontramos a lo largo de uno o varios límites de una habitación o espacio, representan la geometría del ambiente y fijan el mapa espacial de los límites de los alrededores. También se ubican en la corteza entorrinal.
Los 4 tipos neuronales trabajan juntos, se comunican entre sí y crean patrones de actividad que se repiten cada vez que se requiere de un mapa en particular. El cerebro aprende dónde estuvo y asocia los recuerdos con lugares específicos.
Los investigadores John O’Keefe y el matrimonio May-Britt y Edvard Moser recibieron el premio Nobel de Medicina 2014 por descubrir las células que componen el sistema de posicionamiento en el cerebro humano.
¿Influye el entorno en el que crecimos en este proceso? ¡Claro que sí!
En un estudio realizado en 500.000 personas de todo el mundo se encontró que aquellos individuos que eligen vivir en el campo o en ciudades menos organizadas tienen mejor navegación espacial que los de las ciudades populosas y organizadas.
Mientras menos organizado es el lugar donde se vive más se exige el uso de procesos cognitivos complejos relacionados con la navegación espacial.
Al conocer cómo funciona la navegación espacial y cómo el entorno impacta en este proceso del cerebro, es importante realizar el ejercicio de recordar algún lugar, intentando repetir el proceso de ir allí con el pensamiento, para que las neuronas refuercen este aprendizaje.
¿Podemos mejora nuestras habilidades espaciales?
Algunas personas tienen más habilidad que otras para ubicarse en el espacio en que se mueven.
La habilidad espacial es la capacidad de comprender y recordar las relaciones espaciales entre objetos. Esta capacidad puede verse como un tipo único de inteligencia que se distingue de otras formas como la capacidad verbal, la de razonamiento o la de memoria.
Al igual que en los niños, varios juegos o actividades ayudan a mejorar la conciencia espacial, como armar rompecabezas, probar juegos de memoria visual y jugar al ajedrez. Y como siempre: mantenerse activo, a cualquier edad.