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Dietas del pasado, claves para recuperar bacterias necesarias

foto la voz

Estudios realizados en personas que se alimentan de raíces, miel, frutos y animales obtenidos de la caza muestran que tienen una comunidad microbiana intestinal más armónica que los hace menos propensos a enfermedades asociadas a la vida moderna.

La expresión “especies en peligro de extinción” a menudo evoca imágenes de grandes criaturas exóticas, elefantes, osos polares o pandas. Pero hay otra extinción que podría estar ocurriendo en el microbioma intestinal, un conjunto de bacterias y sus genes que anidan en nuestro intestino y que nos ayudan a mantenernos sanos, pero que también nos pueden hacer enfermar.

En un artículo publicado en la revista especializada Science, Justin Sonnenburg, investigador de la Universidad de Stanford, sostuvo que estamos perdiendo valiosos miembros de nuestro microbioma intestinal, a tal punto que algunas especies ya desaparecieron. Estos investigadores tienen pruebas de porqué está sucediendo esta muerte silenciosa y sugieren lo que podemos hacer para revertirlo. Curiosamente, encontraron la respuesta en un grupo de pobladores de Tanzania: la tribu Hadza.

Los Hadza son una de las últimas tribus de cazadores-recolectores de nuestro planeta. Su mundo es de completa libertad, algo que la sociedad moderna apenas puede imaginar. Son alrededor de 2.200 personas, de los cuales unos 200 se alimentan de frutos silvestres, tubérculos, miel y carne de caza, todos alimentos que encuentran en el bosque. No comen alimentos procesados ni de granjas.

Sonnenburg y su equipo analizaron las bacterias de muestras de deposiciones de los Hadza y las compararon con las de 18 culturas de 16 países alrededor del mundo. La tendencia fue más que clara: mientras más alejadas estaban las dietas de los regímenes alimenticios de los países industrializados, mayor era la variedad de bacterias que habitaban en sus intestinos. La dieta del mundo industrializado –baja en fibra y alta en azúcares refinados– está eliminando especies bacterianas.

Un millón de años atrás

El ser humano no apareció aislado sobre la Tierra para encontrarse con otros microorganismos vivientes que lo precedieron, sino que fue evolucionando en conjunto con ellos, es decir, en simbiosis. Los cambios sociales que se sucedieron influyeron de forma positiva elevando la esperanza de vida, pero tuvieron un costado negativo al predisponerlo a adquirir una serie de enfermedades asociadas con la pérdida del microbioma.

“Conocer la dieta de los Hadza es interesante para relacionarla a un microbioma ancestral saludable, ya que éstos presentan menos estrés inmunológico y menos inflamación crónica”, explica Emiliano Salvucci, investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos de Córdoba (Icytac), “En el camino de las etapas evolutivas del microbioma, se perdieron especies que definían un equilibrio. Al romperse esta armonía, se generó una mayor propensión a sufrir alergias, enfermedades inflamatorias como Crohn y colitis ulcerosa, colon irritable, diabetes, obesidad, enfermedades autoinmunes y trastornos del desarrollo”, destaca Salvucci.

Sonnenburg encontró otro dato novedoso: la composición del microbioma de los Hadza oscila con un ciclo anual regular y predecible, es decir, según la temporada y el tipo de dieta de la tribu. Durante la estación seca, cuando los Hadza comen mucha carne, algunas de las especies bacterianas desaparecen, para luego regresar en la temporada de lluvias, cuando la dieta consiste en frutos del bosque y miel.

Salvucci destaca la importancia de este hallazgo: “Pone en evidencia cómo la dieta occidental genera un microbioma incapaz de reaccionar o restablecer el equilibrio ante situaciones cambiantes mientras que la de los Hadza los provee de una mayor capacidad funcional”.

Esto no quiere decir que debamos comenzar a alimentarnos de raíces exóticas, frutos del bosque y de la caza con la esperanza de crear el equilibrio perfecto de bacterias beneficiosas en nuestro intestino. Aunque el vínculo entre microbioma intestinal de los Hadza y sus más bajos índices de enfermedades sea cierto, no es sólo lo que comen los Hadza, sino dónde y cómo están comiendo.

Reversible

Sam Smits, del grupo de Sonnenburg, nos da una esperanza. “Si bien las combinaciones de especies que ocupan el intestino son un conjunto reducido, cada uno de nosotros aún puede impactar sobre estas especies y en su abundancia”, dice. Buena noticia: los cambios en el microbioma de los que seguimos una dieta occidental pueden no ser permanentes.

Sonnenburg apuesta a la fibra dietética para tratar de traer de vuelta a las bacterias desaparecidas. Los Hadza consumen mucha fibra, alimento vital para las bacterias intestinales, porque todo el año comen tubérculos y frutos de la Adansonia, un árbol que les provee de alrededor de 100-150 gramos de fibra diaria, equivalente a muchas tazas de cereales integrales.

La FAO y la OMS recomiendan cinco porciones de frutas y verduras para cubrir los necesarios 20 a 30 gramos de fibra dietética. En Argentina, los valores están muy por debajo, tan poco como 12 a 16 gramos al día.

La fibra dietética está constituida por carbohidratos que no se digieren, por lo que llegan hasta el colon donde las bacterias los metabolizan para generar compuestos que alimentan a las células de la pared intestinal. Al comer poca fibra, las bacterias usan los carbohidratos de la pared intestinal y así la debilitan.

Para Smits, algunas pérdidas serían irreversibles. “Lo demostramos en ratones, estos perdieron muchas de sus especies bacterianas cuando su alimento era bajo en fibra. No sólo eso: en cuatro generaciones posteriores algunas de las bacterias de la primera generación ya eran irrecuperables”.

Este resultado es similar al que hallaron al comparar a los Hadza con los habitantes de los países industrializados. “Sin embargo –continúa– si uno se propone modificar la dieta hará de su intestino un ambiente más adecuado para fomentar la diversidad microbiana”.

“Una manera de mejorar el equilibrio con nuestros compañeros evolutivos es “asilvestrar” nuestra dieta”, concluye Salvucci. Sonnenburg en un reportaje del New York Times, fue algo más categórico: “Si no alimentas tu microbioma intestinal con fibra dietética, tu microbioma intestinal se alimentará de ti”.

 

comida

 

Dime qué comes. Los integrantes de la tribu estudiada en Tanzania poseen un microbioma intestinal mucho más armónico que el de los occidentales.

La Voz del Interior. Córdoba. Argentina

6 de noviembre de 2017  •  suplemento Salud  – Dietas

Cerebros fugados, cerebros recuperados